Obediencia a Dios

INTRODUCCIÓN Dios te bendiga grandemente, que bueno es que estés leyendo este artículo acerca de la obediencia a Dios. Para empezar: Leer Romanos 6:15-18.  Esta cita nos hará saber que al que le obedecemos de el somos siervo, y solo podemos ser siervos de dos: de Dios para justicia o del pecado para muerte. No importa que tantas veces nos congreguemos, cuantas obras de caridad hagamos, Lo que Dios mas quiere de ti y de mi es OBEDIENCIA. Es a quien le obedecemos que determina nuestra realidad. Santiago 4:7.   CERCA DE DIOS Si nos acercamos a Dios, Él también lo hará. Para servirle a Dios debemos estar cerca de Él, porque de lejos no le serviremos. Filipenses 2:5-11.  El mismo sentir que estaba en Jesucristo debe estar también en nosotros. ¿Cuál es ese sentir? EL OBEDECER A DIOS, ESE SENTIR QUE LO LLEVÓ A MORIR EN UNA CRUZ POR SER OBEDIENTE AL MANDAMIENTO QUE EL PADRE LE HABÍA DADO. Ese era el sentir en Getsemaní: Mateo 26:36-39, 42  El sentir de Jesucristo, la actitud de obedecer a Dios, era “NO SEA COMO YO QUIERO SINO COMO TÚ” Ese es el sentir que nos dice la Palabra de Dios que debemos de tener. No como nosotros queramos, sino como Dios quiere. Es fácil ser obediente cuando todo va por el camino que queremos.  Cuando Dios nos da el deseo de nuestro corazón, lo recibimos con mucha alegría. Sin embargo, ¿Qué hacemos cuando las cosas no suceden así? ¿Cómo reaccionamos cuando los planes del Señor parecen diferir de los nuestros? Ahí está la diferencia entre el ser obediente y desobediente. En tiempos felices, ambos reaccionarán igual. La felicidad, no es lo que causa la caída de la gente de la segunda categoría de la parábola del sembrador. De lo contrario, como Jesús dijo: “reciben la Palabra CON GOZO” (Lucas 8:13). Pero este no perdura. En la primera tribulación, caen (Mateo 13:21, Lucas 8:13). Cuando lo que Dios quiere para nosotros no es lo que nosotros quisiéramos, la voluntad desobediente huirá, mientras que la obediente permanecerá, diciendo: “si no… hágase tu voluntad”.     LA OBEDIENCIA A DIOS ES MEJOR QUE EL SACRIFICIO En 1 Samuel viene una historia bien conocida: la historia del levantamiento y caída de Saúl en el pueblo de Israel. Saúl fue escogido por Dios para ser el primer rey de Israel. En el principio, era humilde. De hecho, en el día de su proclamación como rey de Israel se escondía de la gente (1 Samuel 10:22).  Sin embargo, su humildad no duró mucho. Pronto se convirtió en orgullo y precipitación por actuar conducido por el pueblo, en lugar de someterse al Señor. En 1 Samuel 13 vemos su primera rebelión: Saúl y el pueblo esperaban a que Samuel viniera para el sacrificio, mientras que los filisteos estaban listos para pelear al otro lado. Samuel llegó tarde. Viendo esto, Saúl hizo lo que no debió haber hecho: ofreció él mismo el sacrificio.  El obediente espera a Dios y guarda Sus mandamientos, no importándole lo que cueste. Por otra parte, el desobediente es obediente mientras las cosas marchen bien. No obstante, cuando las cosas cambian, entonces las toma en sus propias manos haciendo lo que a su propio juicio considera pertinente. Piensa que ha esperado mucho y que al final del día tiene que hacer algo. Samuel llegó exactamente cuando Saúl había terminado el sacrificio. Sin embargo, no le traía buenas noticias. 1 Samuel 13:13-14.  Probablemente, ese fue la prueba crítica de Saúl. Si la pasaba, si obedecía al Señor y su mandamiento, su reino sería establecido. Pero como no obedeció, su reino se iba a perder. Como Samuel le dijo: “pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero”. Obviamente, Saúl no pasó la prueba de obediencia a Dios. Cuando vio que Samuel no llegaba, abandonó el mandamiento del Señor para hacer lo suyo. Después lo vemos repitiendo el mismo pecado. En 1 Samuel 15:1-3.  Dios le ordenó a Saúl que destruyera a Amalec completamente. Los versos 7-9 nos dicen lo que finalmente hizo: 1 Samuel 15:7-9  A pesar del hecho de que Dios le había dicho muy claro a Saúl que tenía que destruir completamente a Amalec, no llevó a cabo Su mandamiento, o más precisamente, lo ejecutó solamente hasta el punto donde mejor le parecía a él y al pueblo. Así que destruyeron lo que les parecía más despreciable, pero salvaron LO QUE CONSIDERARON MÁS CONVENIENTE. Sin embargo, eso no es obedecer. Obedecer a Dios no significa el hacer Su voluntad parcialmente, hasta el grado donde te guste más. Sino que es hacer lo que Dios te ha ordenado exacta y completamente. Jeremías 47:10  Obediencia es hacer lo que Dios te ha ordenado, ya sea a través de Su Palabra escrita o como en el caso de Saúl, mediante revelación. El llegar al grado de hacer algo que Dios no ha dicho, nos hace desobedientes, aunque eso que hagamos sea en el nombre del Señor. El Señor no quiere que nos ocupemos en hacer nuestras cosas para Él. Mas bien, quiere que seamos siervos OBEDIENTES, trabajando EXACTAMENTE en lo que nos ha ordenado hacer. Saúl y su gente hicieron el trabajo del Señor negligentemente. De acuerdo a él, no tenían malas intenciones. Como dijo después: “Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal.” (1 Samuel 15:21). El pueblo quería hacer sacrificios, PERO NO QUERÍAN OBEDECER. Como Samuel dijo: 1 Samuel 15:22-23.   OBEDIENCIA NO SACRIFICIO No importa cuántos sacrificios hagas para el Señor. Lo que importa es qué tan OBEDIENTE eres. Los sacrificios agradables a Él son solo los que Él mismo ha ordenado. El servicio genuino solo puede ser EL QUE EL SEÑOR HA ORDENADO. Todo lo demás, aunque este hecho en Su nombre, es desobediencia, una acción dirigida por la vieja naturaleza bajo la apariencia de la nueva. Como Jesucristo dijo: Leer Juan 7:16-18  Saúl buscaba agradar a los hombres. Les daba más importancia a ellos y a su opinión que a la opinión de Dios. Después, cuando admitió su pecado, lo que tenía miedo de perder no era su relación con Dios sino su honor frente al pueblo: “Luego Saúl dijo: “He pecado; hónrenme ahora, por favor, ante los ancianos de mi pueblo y ante Israel, y vuelvan conmigo…” David, el sucesor de Saúl, también cometió adulterio y asesinato. Sin embargo, cuando Natán lo confrontó (2 Samuel 12:1-14), lo que le preocupaba, no era su trono sino su relación con Dios (Salmos 51). Es por eso que David, buscando la restauración de su relación con Dios, fue perdonado, mientras que Saúl buscando restauración del trono, fue rechazado.     EL EJEMPLO DE ABRAHAM Un ejemplo totalmente contrario al de Saúl es el ejemplo de Abraham. Pasaré por obvio que ya conoces la historia de Abraham e Isaac. Isaac era el único hijo de Abraham y Sara; era también el hijo que Dios les había prometido tener y el cual habían esperado por años. Sin embargo, un día Dios le ordenó a Abraham que sacrificara a Isaac: Génesis 22:1-2  Dios sabía muy bien cuánto amaba Abraham a Isaac. Sabía que el era el “hijo que amaba”. Después de todo, había sido Dios quien se lo había dado. Sin embargo, ¿A caso amó Abraham a Isaac, la bendición de Dios, más que a Dios mismo? Teniendo que escoger entre los dos, ¿qué escogería realmente? ¿Se sometería a Dios, incluso si eso implicara un enorme costo personal? O como Saúl ¿se rebelaría haciendo lo que él quería? Volteando esta pregunta a nosotros:  ¿Seguimos realmente a Dios porque queremos conocerle y porque queremos estar con él? O ¿le seguimos solo por Sus bendiciones, por los “Isaacs” que nos ha dado? O ¿qué esperamos que nos de? ¿Qué haríamos? Si como en el caso de Abraham lo que fuéramos llamados a poner en el altar, fuera la bendición más grande que Dios nos haya dado o que esperamos que nos de, cualquier cosa que ésta sea. ¿Lo haríamos? Aunque hay incontables bendiciones del Señor, por supuesto que esas no son el foco de nuestra relación con Él. Más bien, el centro debería ser el conocerlo íntimamente y a su maravilloso Hijo el Señor Jesucristo. Como Pablo dijo: Filipenses 3:8-11  TODO, aun la bendición más grande de este mundo no es más que basura en comparación con la EXCELENCIA del conocimiento del Señor Jesucristo. Regresando a Abraham, veamos lo que hizo finalmente: Génesis 22:3-10  Abraham siguió exactamente lo que el Señor le había dicho, ciertamente no era lo más grato de esta vida. Él, así como también otros hombres de la Biblia, no eran robots que hacían la voluntad de Dios mecánicamente, sino que eran como nosotros, seres de libre voluntad que por sí mismos escogerían someterse a Dios. Su obediencia no era robótica sino “DE CORAZÓN”.  Esa es la única obediencia de la cual habla la Palabra de Dios. Dios no quería robots, hombres que hicieran mecánicamente lo que él decía, sin que pusieran el corazón en ello. Más bien, quería que la gente LO AMARA CON TODO SU CORAZÓN, ALMA, Y FUERZA (Marcos 12:30). Quería seres de libre voluntad que decidieran “DE CORAZÓN” el someterse por sí mismos a Él. Regresando a Abraham; siguió la Palabra de Dios a pesar del hecho de que implicaba la pérdida de su propio hijo. Luego, cuando llegó al punto más crítico, el Señor interfirió: Génesis 22:11-12, 15-18  El propósito de la prueba era el demostrar si Abraham obedecería a Dios, aún si eso implicaba el sacrificio de su bendición. Ambos, Saúl y Abraham fueron bendecidos por Dios. Uno fue hecho el primer rey de Israel, el otro tuvo la promesa de que en su simiente todas las naciones serían bendecidas. Sin embargo, había una gran diferencia entre ellos. La diferencia era que el primero iba tras las bendiciones de Dios, lo cual lo condujo a desobediencia y a su caída. Por otro lado, el último iba tras EL QUE BENDICE, devolviéndole al final a su hijo, junto con la confirmación de las bendiciones para él y su simiente.   CONCLUSIÓN Para terminar leer el pasaje de Miqueas 6:6-8:  Todo lo que Dios quiere que hagamos es obrar justamente, amar la misericordia y el caminar humildemente con Él. Humillémonos bajo Su poderosa mano para que Él pueda exaltarnos a su debido tiempo (1 Pedro 5:6). Desobediencia es; ya sea haciendo lo que el Señor no ha dicho que hagamos o no haciendo lo que nos ha ordenado hacer, es una acción que no es de Dios. No importa lo que hagamos, o las intenciones que podamos tener. Lo que importa es si lo que está hecho viene de la obediencia a Dios, así como el sacrificio de Abraham, o de la desobediencia, así como dijo Saúl del sacrificio que quería hacer.  RECUERDAD: La obediencia a Dios, es mejor que millones de sacrificios.  Si el artículo te fue de ayuda, no olvides compartirlo con tus amigos a quienes también les puede ser de mucho ayuda.  DIOS TE BENDIGA  SANTIDAD Y COMUNIÓN | Estudios y Devocionales

Introducción

Dios te bendiga grandemente, que bueno es que estés leyendo este artículo acerca de la obediencia a Dios. Para empezar: Leer Romanos 6:15-18.

Esta cita nos hará saber que al que le obedecemos de el somos siervo, y solo podemos ser siervos de dos: de Dios para justicia o del pecado para muerte. No importa que tantas veces nos congreguemos, cuantas obras de caridad hagamos, Lo que Dios mas quiere de ti y de mi es OBEDIENCIA. Es a quien le obedecemos que determina nuestra realidad. Santiago 4:7.

Cerca de Dios

Si nos acercamos a Dios, Él también lo hará. Para servirle a Dios debemos estar cerca de Él, porque de lejos no le serviremos. Filipenses 2:5-11.


Te puede interesar: Acercándonos a Dios


El mismo sentir que estaba en Jesucristo debe estar también en nosotros. ¿Cuál es ese sentir? EL OBEDECER A DIOS, ESE SENTIR QUE LO LLEVÓ A MORIR EN UNA CRUZ POR SER OBEDIENTE AL MANDAMIENTO QUE EL PADRE LE HABÍA DADO. Ese era el sentir en Getsemaní: Mateo 26:36-39, 42

El sentir de Jesucristo, la actitud de obedecer a Dios, era “NO SEA COMO YO QUIERO SINO COMO TÚ” Ese es el sentir que nos dice la Palabra de Dios que debemos de tener. No como nosotros queramos, sino como Dios quiere. Es fácil ser obediente cuando todo va por el camino que queremos.

Cuando Dios nos da el deseo de nuestro corazón, lo recibimos con mucha alegría. Sin embargo, ¿Qué hacemos cuando las cosas no suceden así? ¿Cómo reaccionamos cuando los planes del Señor parecen diferir de los nuestros? Ahí está la diferencia entre el ser obediente y desobediente. En tiempos felices, ambos reaccionarán igual. La felicidad, no es lo que causa la caída de la gente de la segunda categoría de la parábola del sembrador. De lo contrario, como Jesús dijo: “reciben la Palabra CON GOZO” (Lucas 8:13). Pero este no perdura. En la primera tribulación, caen (Mateo 13:21, Lucas 8:13). Cuando lo que Dios quiere para nosotros no es lo que nosotros quisiéramos, la voluntad desobediente huirá, mientras que la obediente permanecerá, diciendo: “si no… hágase tu voluntad”.


Te puede interesar: El privilegio de alabar a Dios

La obediencia a Dios es mejor que el sacrifico

En 1 Samuel viene una historia bien conocida: la historia del levantamiento y caída de Saúl en el pueblo de Israel. Saúl fue escogido por Dios para ser el primer rey de Israel. En el principio, era humilde. De hecho, en el día de su proclamación como rey de Israel se escondía de la gente (1 Samuel 10:22).

Sin embargo, su humildad no duró mucho. Pronto se convirtió en orgullo y precipitación por actuar conducido por el pueblo, en lugar de someterse al Señor. En 1 Samuel 13 vemos su primera rebelión: Saúl y el pueblo esperaban a que Samuel viniera para el sacrificio, mientras que los filisteos estaban listos para pelear al otro lado. Samuel llegó tarde. Viendo esto, Saúl hizo lo que no debió haber hecho: ofreció él mismo el sacrificio.

El obediente espera a Dios y guarda Sus mandamientos, no importándole lo que cueste. Por otra parte, el desobediente es obediente mientras las cosas marchen bien. No obstante, cuando las cosas cambian, entonces las toma en sus propias manos haciendo lo que a su propio juicio considera pertinente. Piensa que ha esperado mucho y que al final del día tiene que hacer algo. Samuel llegó exactamente cuando Saúl había terminado el sacrificio. Sin embargo, no le traía buenas noticias. 1 Samuel 13:13-14.

Probablemente, ese fue la prueba crítica de Saúl. Si la pasaba, si obedecía al Señor y su mandamiento, su reino sería establecido. Pero como no obedeció, su reino se iba a perder. Como Samuel le dijo: “pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero”. Obviamente, Saúl no pasó la prueba de obediencia a Dios. Cuando vio que Samuel no llegaba, abandonó el mandamiento del Señor para hacer lo suyo. Después lo vemos repitiendo el mismo pecado. En 1 Samuel 15:1-3.

Dios le ordenó a Saúl que destruyera a Amalec completamente. Los versos 7-9 nos dicen lo que finalmente hizo: 1 Samuel 15:7-9

A pesar del hecho de que Dios le había dicho muy claro a Saúl que tenía que destruir completamente a Amalec, no llevó a cabo Su mandamiento, o más precisamente, lo ejecutó solamente hasta el punto donde mejor le parecía a él y al pueblo. Así que destruyeron lo que les parecía más despreciable, pero salvaron LO QUE CONSIDERARON MÁS CONVENIENTE. Sin embargo, eso no es obedecer. Obedecer a Dios no significa el hacer Su voluntad parcialmente, hasta el grado donde te guste más. Sino que es hacer lo que Dios te ha ordenado exacta y completamente. Jeremías 47:10

Obediencia es hacer lo que Dios te ha ordenado, ya sea a través de Su Palabra escrita o como en el caso de Saúl, mediante revelación. El llegar al grado de hacer algo que Dios no ha dicho, nos hace desobedientes, aunque eso que hagamos sea en el nombre del Señor. El Señor no quiere que nos ocupemos en hacer nuestras cosas para Él. Mas bien, quiere que seamos siervos OBEDIENTES, trabajando EXACTAMENTE en lo que nos ha ordenado hacer. Saúl y su gente hicieron el trabajo del Señor negligentemente. De acuerdo a él, no tenían malas intenciones. Como dijo después: “Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal.” (1 Samuel 15:21). El pueblo quería hacer sacrificios, PERO NO QUERÍAN OBEDECER. Como Samuel dijo: 1 Samuel 15:22-23.

Obediencia no sacrificio

No importa cuántos sacrificios hagas para el Señor. Lo que importa es qué tan OBEDIENTE eres. Los sacrificios agradables a Él son solo los que Él mismo ha ordenado. El servicio genuino solo puede ser EL QUE EL SEÑOR HA ORDENADO. Todo lo demás, aunque este hecho en Su nombre, es desobediencia, una acción dirigida por la vieja naturaleza bajo la apariencia de la nueva. Como Jesucristo dijo: Leer Juan 7:16-18

Saúl buscaba agradar a los hombres. Les daba más importancia a ellos y a su opinión que a la opinión de Dios. Después, cuando admitió su pecado, lo que tenía miedo de perder no era su relación con Dios sino su honor frente al pueblo: “Luego Saúl dijo: “He pecado; hónrenme ahora, por favor, ante los ancianos de mi pueblo y ante Israel, y vuelvan conmigo…” David, el sucesor de Saúl, también cometió adulterio y asesinato. Sin embargo, cuando Natán lo confrontó (2 Samuel 12:1-14), lo que le preocupaba, no era su trono sino su relación con Dios (Salmos 51). Es por eso que David, buscando la restauración de su relación con Dios, fue perdonado, mientras que Saúl buscando restauración del trono, fue rechazado.

Te puede interesar: La lucha por el dominio propio


El ejemplo de Abraham

Un ejemplo totalmente contrario al de Saúl es el ejemplo de Abraham. Pasaré por obvio que ya conoces la historia de Abraham e Isaac. Isaac era el único hijo de Abraham y Sara; era también el hijo que Dios les había prometido tener y el cual habían esperado por años. Sin embargo, un día Dios le ordenó a Abraham que sacrificara a Isaac: Génesis 22:1-2

Dios sabía muy bien cuánto amaba Abraham a Isaac. Sabía que el era el “hijo que amaba”. Después de todo, había sido Dios quien se lo había dado. Sin embargo, ¿A caso amó Abraham a Isaac, la bendición de Dios, más que a Dios mismo? Teniendo que escoger entre los dos, ¿Qué escogería realmente? ¿Se sometería a Dios, incluso si eso implicara un enorme costo personal? O como Saúl ¿se rebelaría haciendo lo que él quería? Volteando esta pregunta a nosotros:

¿Seguimos realmente a Dios porque queremos conocerle y porque queremos estar con él? O ¿le seguimos solo por Sus bendiciones, por los “Isaacs” que nos ha dado? O ¿Qué esperamos que nos de? ¿Qué haríamos? Si como en el caso de Abraham lo que fuéramos llamados a poner en el altar, fuera la bendición más grande que Dios nos haya dado o que esperamos que nos de, cualquier cosa que ésta sea. ¿Lo haríamos? Aunque hay incontables bendiciones del Señor, por supuesto que esas no son el foco de nuestra relación con Él. Más bien, el centro debería ser el conocerlo íntimamente y a su maravilloso Hijo el Señor Jesucristo. Como Pablo dijo: Filipenses 3:8-11

TODO, aun la bendición más grande de este mundo no es más que basura en comparación con la EXCELENCIA del conocimiento del Señor Jesucristo. Regresando a Abraham, veamos lo que hizo finalmente: Génesis 22:3-10

Abraham siguió exactamente lo que el Señor le había dicho, ciertamente no era lo más grato de esta vida. Él, así como también otros hombres de la Biblia, no eran robots que hacían la voluntad de Dios mecánicamente, sino que eran como nosotros, seres de libre voluntad que por sí mismos escogerían someterse a Dios. Su obediencia no era robótica sino “DE CORAZÓN”.

Esa es la única obediencia de la cual habla la Palabra de Dios. Dios no quería robots, hombres que hicieran mecánicamente lo que él decía, sin que pusieran el corazón en ello. Más bien, quería que la gente LO AMARA CON TODO SU CORAZÓN, ALMA, Y FUERZA (Marcos 12:30). Quería seres de libre voluntad que decidieran “DE CORAZÓN” el someterse por sí mismos a Él. Regresando a Abraham; siguió la Palabra de Dios a pesar del hecho de que implicaba la pérdida de su propio hijo. Luego, cuando llegó al punto más crítico, el Señor interfirió: Génesis 22:11-12, 15-18

El propósito de la prueba era el demostrar si Abraham obedecería a Dios, aún si eso implicaba el sacrificio de su bendición. Ambos, Saúl y Abraham fueron bendecidos por Dios. Uno fue hecho el primer rey de Israel, el otro tuvo la promesa de que en su simiente todas las naciones serían bendecidas. Sin embargo, había una gran diferencia entre ellos. La diferencia era que el primero iba tras las bendiciones de Dios, lo cual lo condujo a desobediencia y a su caída. Por otro lado, el último iba tras EL QUE BENDICE, devolviéndole al final a su hijo, junto con la confirmación de las bendiciones para él y su simiente.

Conclusión

Para terminar leer el pasaje de Miqueas 6:6-8:

Todo lo que Dios quiere que hagamos es obrar justamente, amar la misericordia y el caminar humildemente con Él. Humillémonos bajo Su poderosa mano para que Él pueda exaltarnos a su debido tiempo (1 Pedro 5:6). Desobediencia es; ya sea haciendo lo que el Señor no ha dicho que hagamos o no haciendo lo que nos ha ordenado hacer, es una acción que no es de Dios. No importa lo que hagamos, o las intenciones que podamos tener. Lo que importa es si lo que está hecho viene de la obediencia a Dios, así como el sacrificio de Abraham, o de la desobediencia, así como dijo Saúl del sacrificio que quería hacer.

RECUERDAD: La obediencia a Dios, es mejor que millones de sacrificios.

Si el artículo te fue de ayuda, no olvides compartirlo con tus amigos a quienes también les puede ser de mucho ayuda.

DIOS TE BENDIGA

Publicar un comentario

Antecedent Next
Advertising Space