El privilegio de alabar a Dios
Al ser hijos de Dios tenemos grandes privilegios. Dios se ha encargado de darnos todo lo necesario para que vivamos una vida en abundancia; en plenitud y satisfacción.
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Uno de los privilegios más grande que tenemos, es el poder alabarlo y adorarlo. El problema por el cual no disfrutamos lo que Dios nos quiere dar; es porque no le conocemos. Esa es la principal barrera en nuestra relación con Dios, el no conocerlo.
Dios nos ha dado su palabra (la Biblia), para que lo conozcamos
plenamente, así como a Su Hijo Jesucristo. El deseo y de Dios es
que conozcas su naturaleza y confíes en Él.
Salmo 83:18
“Y conozcan que tu nombre es Jehová; Tú solo Altísimo sobre toda la tierra”.
Isaías 43:7
“Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice”.
Es parte de nuestra alabanza expresarle a Dios nuestro amor y respeto a
Él. Honramos a Dios cuando lo alabamos, Dios busca que el hombre lo alabe:
y no porque se sienta más grande (Él ya es grande), o porque le
falta alabanza
(tiene millares de ángeles que lo alaban por la eternidad). Dios
quiere que lo alabes, por lo que causa la alabanza en ti.
Salmo 147:5
“Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; Y su entendimiento es infinito”.
La alabanza no solo es cantar canciones cristianas, o cantar cuando lo estamos en la iglesia. La palabra de Dios nos hace ver que la alabanza y la adoración, también es un acto de obediencia y respeto. Reconocer que Dios es todopoderoso.
La primera vez que en la biblia aparece la palabra adorar es en Génesis 22:
Génesis 22:5
“Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros”.
Cuando Dios le pidió a Abraham que le sacrificara a su hijo Isaac,
cada paso que Abraham dio; lo hizo con fe. Cuando iba hacia el Monte
Moriah, aun sabiendo que Isaac iba a ser sacrificado, sabía por fe, de
alguna manera ambos volverían a regresar juntos (Gn 22:5). El
muchacho y yo iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a
vosotros.
A pesar de que Isaac era el hijo que Abraham tanto había deseado y en quien se cumplirían las promesas que Dios le había hecho. A Abraham no le importó, sino que se rindió en obediencia a Dios. No dudó en entregarle todo aquello que tanto había deseado que se cumpliera.
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Si de parte de nosotros no hay una entrega total a Dios, jamás podremos
adorar a Dios verdaderamente. Hay muchas cosas que oponen e impiden que
adoremos a Dios en espíritu y en verdad: cosas como
el ego, la dureza de corazón, el orgullo, las
preocupaciones,
entre muchas otras.
Si verdaderamente queremos adorar a Dios todas estas cosas las debemos
soltar, las debemos poner a los pies de Cristo para que las quite de
nuestras vidas.
¿Por qué busca Dios que lo alabemos?
Como sé mencionó anteriormente, Dios no busca la alabanza porque la
necesite o le haga falta, Él busca que le alabemos por lo que provoca en
el que lo alaba. La alabanza a Dios provoca que veas más grande a Dios, y
pequeños tus problemas.
La alabanza provoca que veamos las cosas como son, a Dios como realmente
es:
(Grande, todopoderoso, suficiente, que todo lo puede, todo lo
controla),
y a los problemas y dificultades como son
(trabas y distracciones que satanás usas para desenfocarnos).
Es por eso que Dios busca que el hombre lo alabe, para abrirle los ojos
ante el engaño, porque a veces vemos los problemas pequeños como un
callejón sin salida.
La alabanza es como una lupa que agranda el tamaño de aquello que uno ve.
Por ejemplo, si utilizamos una lupa para ver las letras de la Biblia, el
tamaño de las letras aumentaría notablemente a mi visión, pero su tamaño
sigue siendo el mismo. Lo que cambió fue la manera en que la percibe mi
mente.
Cuando alabamos a Dios, esto no provoca que Dios sea más grande, sino que
somos nosotros quienes lo empezaremos a ver como realmente es. Porque el
estar lejos de Él provoca que lo veamos pequeño, pero si nos acercamos lo
veremos como es.
Ejemplo:
Cuando estas y ves un avión en el cielo, lo vas a ver pequeño, porque
estás lejos de él. Pero vas a un aeropuerto, varas el tamaño real del
avión.
Así funciona la alabanza, nos hace acercar y ver a Dios como realmente
es.
Es por esto que la alabanza a Dios no es tanto para Él; sino para
nosotros que necesitamos ver que Dios es más grande y poderoso que todo lo
que existe.
La voluntad de Dios es que lo alabemos
Su voluntad es que lo alabemos.
La alabanza abre nuestros ojos
Por medio de la alabanza, veremos a Dios cada vez más grande y a las
otras cosas pequeñas (personas, problemas y circunstancias, etc.)
La alabanza quita el orgullo
La alabanza nos va a ayuda a salir de nosotros mismos, humillarnos ante
Dios y así llegar a quebrar nuestro propio orgullo para confiar más y más
en Él, y menos en nosotros mismos.
La alabanza levanta el ánimo
La alabanza mejorar la actitud ayudando y levanta el ánimo. Dios quiere
que lo alabemos, porque por medio de la alabanza apreciemos cada vez más
su santidad y bondad para nosotros Sus hijos.
La alabanza es un sacrificio
Cuando alabamos a Dios, estamos sacrificando nuestro tiempo para dedicárselo a Él, a Dios se agrada de alguien que toma de su tiempo, para pasarlo en la presencia de Dios.
Deseo en Cristo que esta enseñanza te haya sido de gran ayuda, te pido
que la compartas con tus hermanos en Cristo, porque también les puede ser
de gran ayuda para ellos.
DIOS TE BENDIGA