Introducción
Dios, como nuestro Padre Celestial y creado, nos ama en gran manera que estuvo y está dispuesto a hacer cualquier cosa por nosotros sin esperar nada a cambio; el amor de Dios hacia su creación es un amor ÁGAPE (amor más puro e incondicional que existe. Se refiere a un amor que nutre, generoso, consciente de sus deberes, un amor espiritual y profundo) y este amor Ágape solo proviene de Dios. Ese amor Ágape lo podemos ver en toda su palabra, pero el versículo que quiero resaltar es uno muy famoso y conocido por todos los creyentes. Leer Juan 3:16-18
El amor de Dios hacia el mundo
Esta es la mayor demostración de amor de Dios hacia el hombre,
que envió a su Hijo ÚNICO para que el mundo fuera salvo por él, y a
Jesús no le importo ser Dios, sino que se despojó de su trono y vino a este
mundo en cuerpo humano para llevarnos nuevamente al Padre, porque cuando
Adán y Eva pecaron, se separaron de Dios, rompiendo la comunión que el
hombre tenía con Dios. Por los cual todos estábamos destinados a ir al
infierno.
Pero Dios, en su infinita misericordia y amor por su creación, reconstruyo
esa comunión que el hombre tenía anteriormente con Él; por medio de su Hijo
Jesús, para que creyendo en él fuéramos salvos, pero no solo creyendo, sino
cumpliendo y viviendo conforme a los mandamientos y estatutos que Jesús
enseño, de cómo debemos vivir para llevar una vida agradable a Dios.
Y por esta razón, como nos ama infinitamente,
Dios quiere lo mejor para nosotros como hijos, él quiere que llevemos
una vida en
santidad, paz, amor, bondad, paciencia, tolerancia, unión con todos
quienes nos rodean, y para llevar esa vida, Nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos
dejó en su palabra la clave para vivir esa vida la cual le agrada a Dios el
Padre. Leer
Mateo 12:30-1.
Estos son los dos mandamientos que si los cumplimos seremos salvos he iremos
al cielo. ¿Por qué razón? Porque si amamos a Dios por sobre todas las cosas,
Él será el centro de nuestras vidas, Él será siempre primero y todo lo que
hagamos lo haremos para agradarle a Él, viviremos como Dios quiere.
Y si amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, lo que quiere decir
que no estaríamos en contiendas, ni en pleitos, ni en enojos, ni en envidia,
ni le desearíamos mal al nuestro prójimo, al contrario, le desearíamos
siempre bien, porque, así como deseamos bien para nosotros, también lo
deseamos para él, porque lo amamos como si fuera a nosotros mismos.
¿Cómo quiere Dios que vivamos?
Como se habló anteriormente, Dios quiere que vivamos una vida en Santidad,
libre de pecado, como la vivió Jesús, y en su palabra tenemos todo lo que
necesitamos para llevar esa vida que nuestro Padre anhela que llevemos. Leer
Hebreos 12:14.
Santidad y una vida libre de pecados es lo que pide Dios, que con la cita
bíblica que se habló en Mateo 12:30-31, alcanzamos esa santidad y vida libre
de pecado, porque como está anteriormente escrito, que si amamos a Dios por
sobre todas las cosas nos consagraremos a Él, y ya no viviremos para
nosotros, sino para Él, haremos solo lo que le agrada, porque lo amamos por
encima de nosotros mismos. Y así es como debe ser en nuestras vidas, Dios
tiene que estar primero, debe ser el centro de nuestras vidas, nada ni nadie
debe ser más importante que Dios en tu Vida, ni tu padre, ni madre, ni
hermanos, ni hijos, ni novio, ni esposa, ni esposo nadie.
En palabras resumidas, Dios quiere que aceptemos a Jesús como nuestro único
y suficiente Salvador, y vivamos como él, vivió y creamos que Él lo envió
para librarnos del infierno, y darnos VIDA ETERNA.
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La santidad que Dios quiere en nosotros
Respecto a la cita bíblica, anteriormente menciona de hebreos 12:14,
que habla de una santidad que debe haber en nosotros con creyentes y
seguidores de Jesucristo, y la cita es clara al decir que sin esa santidad
no podremos ver a Dios.
A continuación, veremos solo 4 citas Bíblicas, de las muchas que hay donde
habla de esa santidad que debe tener cada creyente. Leer
Levítico 20:7, Levítico 20:26.
La santidad que Dios quiere que tengamos, desea que sea semejante a la de
Él, porque somos de Él y para Él. Por ende, cada día debemos
esforzarnos y pedirle a Dios que nos dé fuerzas para cuidarnos del pecado,
de hacer cosas inmorales, y como seres humanos nuestra naturaleza siempre
está inclinada al pecado, pero en Cristo podemos llevar una vida nueva,
donde el pecado ya no dominara en nosotros, pero solo y únicamente si
rendimos nuestra vida a la voluntad de Dios. Leer 1 Pedro 1:15
Cuando se dice en toda nuestra manera de vivir, es en toda, tanto en nuestro
hablar, vestir, caminar; en todo debemos ser santos como Dios quiere que
seamos, porque Él no ayuda por medio de su Santo Espíritu a llegar a esa
Santidad. Leer 2 Corintios 7:1
¿Cuáles son esas promesas? Cuando aceptamos a Cristo en nuestro
corazón y empezamos a vivir para él, él prometió darnos una vida de
tranquilidad, alegría, gozo y la más importante, la de la vida eterna. Por
lo cual, ya conociendo estas promesas, cada día debemos esforzarnos por
alcanzarlas, quitando cualquier contaminación de nosotros
(enojo, ira, desanimo, envidia, ambición, egoísmo, orgullo, lujuria,
lascivia, etc.) todas esas cosas contaminan a nuestro espíritu, contristan al Espíritu
Santo y dañan nuestra comunión con Dios, por lo cual debemos despojarnos de
ellas si queremos heredar la VIDA ETERNA.
Hermano(a) en Cristo, espero que este artículo te haya sido de ayuda; no
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